Es interesante observar como nos es fácil ver al otro, lo que el otro hace y no reparar en que lo que yo hago no es muy distinto, recordé el cuento de Blancanieves y los siete enanitos, cuando la madrastra de Blancanieves se miraba en el espejo y decía:" espejo, espejo maravilloso, dime tú por gentileza, ¿Hay acaso en este reino quien me aventaje en belleza?"
A lo que el espejo respondía "Nadie majestad, es rival de tu hermosura".
Y me venía como una analogía, como si el espejo en ese momento fuese el ego subido, que nos dice: tú eres tan buen@ y tan maravillosamente estupend@ que no te equivocas ni pecas como los demás, tú eres lo más hermoso que exíste y que existirá...
Pero cuando la belleza de Blancanieves comienza a desabrochar, se podría decir que es cuando la persona comienza a tener un poco más de conciencia de sí, y empieza a ver que hay algo más que un ego autocomplaciente, un ego enfermo que no es feliz ni siquiera celebrando su propia belleza.
Entonces al preguntar al espejo: "Espejo, espejo maravilloso, dime tú por gentileza ¿hay acaso en el reino quien me aventaje en belleza?
A lo que el espejo responde: "Nadie majestad, te aventaja en esta sala, pero nadie es más hermosa que Blancanieves galana" ....
En esos momentos ¡claro! la reina se horroriza, pero ¡¡cómo para no hacerlo!! le acaban de descolocar por completo toda su estructura egóica, vaya que, lo más importante, lo que tenía más valor para ella resulta que se ha quedado a 0 pesetas.
Y es que el espejo le dice que su ego no es lo más bello, nada más simple como que hay algo más bello que eso, Blancanieves, qué es lo más puro que hay en cada ser.